viernes, 1 de junio de 2012

"LOS MUROS DEL SILENCIO..." en Valdivia.


El trabajo testimonial de las autoras lograr crear una conexión de las historias personales con el gran relato del mundo del siglo XX. El relato que se instala desde el debate por los derechos humanos como centralidad de sociedades horrorizadas por la violencia fascista en Europa y América.

El testimonio, en este caso, adquiere una forma de acción política que lla a construir un país más democrático, constatando el horror que nos advierte de lo miserable de nuestras instituciones y lo valiente que puede llegar a ser nuestro pueblo, refiriendo desde las entrañas de sus propia carne, la necesidad de ser una comunidad más propia, más entera y potente que sea capaz de construir una democracia más compleja y verdadera.
Este mismo testimonio es capaz de hacer reflexionar e interpretar a quien lo escribe, denotando el gran ejercicio emocional que comporta y, desde allí, provoca una tremenda afinidad con el lector, pues hace, crea identificación, es por este medio que el lector comienza a pensar su propia memoria, a recrear un posible nuevo testimonio de si mismo.
En el libro hay un reconocimiento del lugar (es) que refleja la intensa relación con el habitar, es decir, con el conocer y vincularse con la comunidad, incluidos la tierra y todos sus “habitantes”, las familias, los paisajes, los objetos y los recuerdos, todos mecanismos por los cuales se significan las vidas de las personas y se construye eso que llamamos identidad.
El despertar de la conciencia política no es más que el descubrimiento de una nueva identidad, que si bien es construida desde la infancia, se refuerza y complejioza en la juventud a través de las nuevas experiencias que ofrece un mundo sumido en profundos cambios, ese mundio que las llama a intervenirlo, a transformarlo y que hacer movidas por el profundo compromiso que tienen con todas ellas, con su historia, con los otros, consigo mismas.
La represión y la torura constituyen un trauma, eso no se puede dudar, pero la lucha resistente parece verse reforzada por esa cruel vivencia. Así, la lucha, en los más diversos ámbitos y revestida de distintas formas, parec e hacerse indispensables. Siempre desde una reflexión crítica, las autoras consideran la resistencia como una parte incorporada a si mismas -otro añadido a su identidad-, que las define y las potencia como mujeres incapaces de olvidar y dispuestas a recordar.
Las mujeres que testimonian lo hacen a través de un profundo nexo con la cultura y la historia de esta nación, de nuestra nación: la tortura no logró destruir  al go esencial, el amor que las construyó a pesar de todo y unas tremendas ganas de vivir que venció a la muerte, las ganas de vivir que tiene el pueblo chileno y que pese a todas las muertes, seguirá resistiendo y construyendo, pese a todo. 


Robinson Silva Hidalgo
Valdivia, mayo de 2012.